En el corazón de Milán, en la elegante Via Borgonuovo 21, se encuentra uno de los secretos mejor guardados del diseño italiano: el palacio donde Giorgio Armani vivió y dirigió su maison durante más de cuatro décadas. Lejos de ostentaciones, esta residencia —parte del histórico Palazzo Orsini— es un manifiesto arquitectónico de su filosofía: lujo silencioso, elegancia sobria y funcionalidad atemporal.
Un ícono del siglo XVII reinterpretado por Armani
El Palazzo Orsini, con sus orígenes en el siglo XVII, es una de las residencias más emblemáticas de Milán. Sin embargo, su transformación más significativa llegó en 1982, cuando Giorgio Armani adquirió una sección del edificio para establecer tanto su hogar como la sede central de su firma. El objetivo no era crear una mansión ostentosa, sino un espacio donde el diseño respirara calma y coherencia.
El proyecto de renovación fue realizado junto al célebre arquitecto Peter Marino, conocido por su sensibilidad al integrar modernidad con historia. Juntos, conservaron la estructura original del palacio, pero le dieron un nuevo significado: una arquitectura contemporánea sin excesos, enfocada en lo esencial.
Diseño interior: el lenguaje visual de una marca

El interior de Via Borgonuovo 21 refleja al 100% el universo Armani. Los espacios amplios, los techos altos y la paleta cromática —tonos neutros como grises, blancos rotos y beiges— transmiten una estética sobria y atemporal. Los materiales nobles, como maderas finas, mármol, terciopelo y seda, dialogan en perfecta armonía con la luz natural, que se convierte en un elemento activo dentro del diseño.

Cada pieza de mobiliario, en su mayoría de la línea Armani/Casa, está colocada con precisión. Desde los sofás de líneas puras hasta las lámparas de inspiración escultural, todo responde a un lenguaje visual coherente donde el confort y la sofisticación conviven sin competir. Se perciben sutiles referencias al Art Déco y a la estética japonesa, integradas con equilibrio.
Espacios funcionales con carga simbólica

Entre las estancias más emblemáticas se encuentra su biblioteca personal, un espacio de contemplación que habla de su lado intelectual, y su estudio privado en el nivel superior, donde tomaba decisiones clave rodeado de silencio y concentración. Un elemento anecdótico, pero revelador: una escultura de gorila presidía su oficina, símbolo de fuerza contenida y singularidad.

El palacio también incluía gimnasio y spa, en línea con su visión integral del bienestar, sin disociar lo físico del entorno estético. Todo estaba diseñado para favorecer el ritmo de trabajo y vida que definió su legado.
Via Borgonuovo 21: arquitectura que trasciende modas
Con la noticia reciente de su fallecimiento, este inmueble vuelve al centro del debate arquitectónico y cultural. El palacio no es solo un bien inmueble de alto valor: es el espacio que concentró los principios fundacionales de la marca Armani. Fue su centro operativo, su espacio creativo y un testimonio material de su visión sobre el diseño: discreción, continuidad, sobriedad, estructura.
En un sector obsesionado con llamar la atención, Armani demostró que el verdadero lujo se construye desde la coherencia, no desde la espectacularidad. Así como redefinió la sastrería con trajes que liberaban el cuerpo, también redefinió la idea de residencia de alta gama: un lugar diseñado para habitarse plenamente, no para exhibirse.