El crecimiento de los polos turísticos trae consigo el incremento de la población y de manera paralela de la oferta y demanda de vivienda, productos y servicios, situación que se refleja en bonanza económica. Se convierten en minas de oro y por un tiempo todo es miel sobre hojuelas. Sin embargo, ya sea por ignorancia o por ambición desmedida, se deja de lado el desarrollo sustentable y sobreviene la inexorable debacle. Cada región tiene sus propias características para aplicar este concepto, el cual comprende un amplio espectro de actividades y situaciones.
En la Riviera Nayarit y en Puerto Vallarta la sustentabilidad ya no es una postura romántica para ambientalistas trasnochados. Se ha entendido lo que verdaderamente está en juego: la preservación de la vida y el futuro de las nuevas generaciones. Pero además, se sabe que en el terreno de los hechos, el desarrollo armónico y ordenado genera beneficios económicos a corto, mediano y largo plazo. En consecuencia autoridades y población asumen en conjunto su responsabilidad.
Los bienes raíces de la región son un claro ejemplo. Desde hace tiempo se han implementado programas de planeación urbana encaminados a contener la proliferación de construcciones que sin las debidas regulaciones generan un nocivo impacto ambiental y socioeconómico. El uso racional de suelo, agua y biodiversidad son imprescindibles en cualquier proyecto inmobiliario, ya sea turístico o habitacional.
La Riviera se ha convertido en un eficiente laboratorio para las nuevas tecnologías de construcción. En ellas se utilizan materiales como madera recuperada, acero y aluminio reciclados. El riego se realiza con aguas residuales y la energía se suministra mediante paneles solares, entre otros avances que demuestran la viabilidad de nuevos criterios arquitectónicos en función del cuidado y preservación de los recursos naturales.
Actualmente, hoteles y desarrollos incluyen la preservación del medio ambiente como una de sus promesas más importantes en su oferta mercadológica. Tal es el caso de Casitas Maraika, enclavada en medio de la selva tropical, del Gruyo Naturista Boutique & Wellness Center, o del hotel Xinalani Resort, que ofrece a sus clientes retiros para la práctica del yoga y la meditación, por citar tan solo unos ejemplos.
Otro rubro que suma activos a la cultura de la sustentabilidad en la Riviera y Puerto Vallarta es el turismo ecológico, que goza de un mercado cada vez más nutrido de visitantes nacionales e internacionales. A través de recorridos y tours perfectamente diseñados se recorren áreas en donde el atractivo principal es el disfrute la abundante biodiversidad de la región. También se incluyen vistas a comunidades originarias que tienen la oportunidad de mostrar y compartir su riqueza cultural y participar de los beneficios de esta variedad del turismo.
Las consecuencias de no crecer conforme a los criterios del desarrollo sustentable son extremadamente peligrosas. Se trata de crear un cambio profundo de paradigma y el reto es enorme. Como en todo el planeta, en la Riviera el equilibrio ecológico es frágil y está sujeto a un sinfín de amenazas.
La buena noticia es que son cada vez más quienes trabajan a favor del cuidado ambiental y su esfuerzo trasciende fronteras. Esta nueva conciencia está presente en la región. Diversas instituciones y organizaciones internacionales intervienen en la preservación del medio ambiente mediante la asignación de recursos y el intercambio de conocimientos y experiencias. Con ella se han implementado convenios y programas de fomento y apoyo a la sustentabilidad con excelentes resultados.
Este es el caso de ADAPTUR, proyecto financiado por el Ministerio Federal del Medio Ambiente, Protección a la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) por sus siglas en alemán, que forma parte de la iniciativa global de Cambio Climático. Mediante programas perfectamente estructurados ADAPTUR colabora en medidas de enorme relevancia como la generación de actividades productivas sustentables, transición energética, gestión integral de residuos, conservación y manejo de ecosistemas, por nombrar solo algunas.
Vivir en un paraíso turístico como la Riviera Jalisco-Nayarit es un privilegio. Más allá de que sus visitantes representan el principal motor de la economía, compartir con ellos las maravillas de la región reafirma uno de sus más reconocidos valores, la hospitalidad.
Hasta ahora se ha logrado mantener en buenas condiciones las maravillas naturales de la región. Pero bajar la guardia significaría poner en peligro la supervivencia de éstas, su capital más valioso.