El Flatiron, también conocido como el Fuller Building, uno de los edificios mas icónicos de Nueva York, situado en la intersección de la Quinta Avenida y Broadway, en el corazón de Manhattan, ha sido vendido por 190 millones de dólares, lo que lo convierte en la mayor ganga inmobiliaria de la ciudad.
El comprador es Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust, un fondo especializado en distintas operaciones de inversión y se hizo del edificio tras salir en subasta pública. Garlick confesó que poseer el edificio “ha sido un sueño que he tenido durante toda mi vida desde que tenía 14 años. Nuestra misión va a ser respetar siempre su integridad”. El Flatiron ahora se considera un edificio de interés histórico, lo que significa que está protegido por una legislación especial que limita los cambios estructurales que pueden hacerse a la propiedad.
La subasta, ordenada por el Tribunal Supremo de Nueva York, puso fin a una disputa entre los propietarios del Fuller Building, que durante cuatro años habían mantenido vacío el edificio. La subasta surgió a raíz de la importante necesidad de renovación para evitar su derrumbe total. Hasta este momento no se sabe cuáles son los planes que tengan para la propiedad, si será un edificio de oficinas, un hotel o un complejo de departamentos de lujo.
La historia del Flatiron
Fue construido en 1902 y diseñado por el arquitecto Daniel Burnham en estilo neoclásico, con su distintiva forma triangular debido a la forma de la parcela de tierra en la que fue construido. Dicen los neoyorquinos que el edificio tiene una forma de plancha de hierro, de ahí el nombre.
En su momento, el Flatiron era uno de los edificios más altos de Nueva York, con 22 pisos y 87 metros de altura siendo el primer gran rascacielos de hierro y acero de la ciudad. Su construcción fue un hito en la historia de la arquitectura y un reflejo del rápido crecimiento de Nueva York a principios del siglo XX. Desde su inauguración el edificio se convirtió en un centro de la vida empresarial y cultural de la ciudad, albergando oficinas de diversas empresas y apartamentos para vivir.
En sus 121 años de historia, el Flatiron ha tenido inquilinos muy diversos como
el New York Times o la editorial McMillan Publishers, que ocupaba las 21 plantas. También, llama la atención que en la década de los 30 unos de los arrendatarios fueran los mafiosos Frank Costello y Al Capone. Ya en tiempos más recientes Demi Moore es propietaria de un tríplex valorado en 70 millones de dólares, Sting y Hugh Jackman pagaron por sus apartamentos 26.5 millones de dólares cada uno y Jon Bon Jovi vendió el suyo en 2015 por 37.5 millones de dólares. El Flatiron también se hizo conocido porque en él se inauguró el restaurante Taverne Louis, de estilo Beaux-Arts.
El Flatiron ha servido como escenario para numerosas películas y programas de televisión y seguirá siendo uno de los edificios más emblemáticos y fotografiados de Nueva York sin importar el uso que le vaya a dar su más reciente propietario.