Uno de los rascacielos más icónicos del mundo está de vuelta en el juego inmobiliario. El Edificio Chrysler, símbolo del Art Déco y pieza clave del skyline neoyorquino, se pone a la venta en medio de una crisis financiera que sacude a uno de sus propietarios. Pero detrás de la noticia hay mucho más: una historia de gloria, declive y una nueva oportunidad para hacer historia en Manhattan.
Una joya arquitectónica con 95 años de legado


Con 77 pisos y 319 metros de altura (incluyendo su inconfundible aguja), el Chrysler Building fue durante un breve tiempo el edificio más alto del mundo cuando se completó en 1930. Fue diseñado por William Van Alen y financiado por Walter P. Chrysler, quien lo imaginó como un monumento a la industria automotriz.
Sus gárgolas metálicas inspiradas en las tapas de radiador, su cúpula de acero inoxidable y su estructura de ladrillo (aún la más alta del mundo en su tipo) lo convierten en una obra maestra de la arquitectura Art Déco.
De récords a desafíos financieros
El Chrysler ha cambiado de manos en múltiples ocasiones. En 2008, el fondo emiratí Mubadala pagó 800 millones de dólares por el 90% del edificio. Sin embargo, en 2019 fue vendido nuevamente —esta vez a la firma austríaca Signa Holding y RFR— por apenas 150 millones. Una caída dramática que reflejó tanto los retos del mercado como el oneroso contrato de arrendamiento del terreno, propiedad de la universidad Cooper Union, con pagos anuales que escalaron de $7.8 a $32.5 millones de dólares.
El motivo de la venta en 2025
La nueva venta ocurre en un contexto de crisis: Signa Holding, el conglomerado europeo con sede en Austria, se declaró en quiebra a finales de 2023 con deudas por más de 5 mil millones de euros. Ahora, el administrador judicial busca liquidez y ha puesto en venta su participación en el Chrysler Building, en lo que se anticipa será una transacción compleja.
Un ícono que necesita renovación… y visión
Aunque el Chrysler es un tesoro patrimonial, también enfrenta retos. La tasa de ocupación estaba por debajo del 80% incluso antes de la pandemia, y requiere una inversión considerable para modernizar sus espacios interiores. Aun así, el potencial es enorme: su prestigio y visibilidad lo posicionan como una inversión estratégica única.
¿Quién será el próximo propietario?
Adquirir el Edificio Chrysler no es simplemente comprar ladrillo y acero: es formar parte de la historia de Nueva York. Quien se atreva a tomar el relevo deberá combinar visión, capital y sensibilidad arquitectónica para revitalizar una de las obras más emblemáticas del siglo XX.